domingo, 28 de septiembre de 2014

¿Qué cosa es la paz?

                                                             Paz

¿paz?”
¿Sueño, utopía, apellido, Capital de Bolivia?
¿Qué cosa es la paz?
¿Una paloma blanca plasmada en el asfalto?
¿Sólo un concepto que nos tiene a todos los colombianos, rasgándonos las vestiduras?
Todos o la mayoría tenemos una idea de lo que queremos cuando pedimos paz, pero a mi parecer, no tenemos la menor idea de cómo construirla de manera colectiva; creemos que la paz es una medida que debe tomar sólo el otro, hasta le decimos como hacerlo:- usted es el diferente, usted es el violento y por tanto, usted es quien tiene que cambiar-
En el pasado mundial de futbol, circulaba por los medios de comunicación colombiana, una publicidad en la que se invitaba a los “alzados en armas” a disfrutar de este espectáculo público: -que aquí los esperaban y le guardaban el puesto de trabajo- decía el comercial, “¿?” o gran paradigma, tal vez la oportunista cita publicitaria habría dado con el meollo del asunto: “Desempleo y su relación directa con el conflicto armado en Colombia”. Yo me pregunto como simple ciudadana y victima directa de la violencia en mi país: ¿ Cuantos de los grandes empresarios o de las grandes y pocas familias que concentran la riqueza en Colombia, han manifestado una seria voluntad para construir la paz, de manera diferente a como lo han venido haciendo durante los últimos 50 años de conflicto armado, esto es fortaleciendo un sistema de seguridad a sus propios intereses, y quienes por el contrario han aportado con escuelas, hospitales y puestos de trabajo, en los lugares más apartados de territorio nacional, a donde no llegan los artificios de la política con el progreso, manifestándose con obras
inacabadas, grandes elefantes blancos del desarrollo, que más que justicia social crean desesperanza e inconformidad entre los pobladores de una Colombia rural que pareciera condenada al olvido, “A donde llegan primero los televisores que los servicios públicos”, como diría nuestro poeta nadaista Jaime Jaramillo Escobar. Continuando con mi pregunta y para terminar, cuántos puestos se han ofrecido de trabajo o sí si quiera se ha hablado de ello, en la mesa de negociación de la Habana, a todos aquellos militantes rasos que no saben de política?
Nuestro maravilloso territorio nacional es tan intrincado y cuenta con lugares tan inexpugnables como la selva chocoana y amazónica, que se escapa al control civil, mientras el control militar está completamente repartido entre ejército y fuerzas irregulares armadas, propias y extrañas que se aseguran corredores humanos para el tráfico de drogas y armas; ya no estamos hablando de ideologías o corrientes políticas, ni siquiera he mencionado nombres propios en el caso de los grupos armados para no caer en el equívoco de no llamar a las cosas por su nombre.
Es más, el conflicto armado colombiano también ha entrado en la moda de la globalización y no es de extrañar que intervengan fuerzas extranjeras en él, con maquiavélicos intentos de control territorial y explotación de recursos naturales, pues como bien en sabido el nuestro es un país bendecido por los dioses y tal como está la sostenibilidad actual del planeta, no es de extrañar que un territorio con dos océanos, rico en toda clase de minerales y puente de comunicación entre America del Sur y del Norte, haya venido siendo vietnamizado sistemáticamente durante todos estos años, con la posible excusa de una invasión y sí es que no ha ocurrido, es porque nuestro sistema social, afortunadamente es tan biodiverso, como nuestro sistema ecológico.
Insisto en no emplear nombres propios en esta columna de opinión, aclaro que es sólo eso y que escribo a título personal y que por lo tanto nadie me
paga por ello; pero creo necesario expresar que la guerra en Colombia es algo más que enfrentamientos entre fuerzas revolucionarios de derecha y de izquierda o que se trate de una simple guerra de carteles o incluso la presunta intromisión de fuerzas extranjeras; la guerra en mi país parte de los antivalores de la individualidad, el egoísmo y la indiferencia; no creo que el camino a la paz sea solo el perdón y el olvido, sino una construcción de justicia social en colectivo de donde se parta del entendimiento que el bien y respeto por el otro, redunda en nuestro bien y nuestro respeto particular.


LINA PLENA
Bogotá Colombia

Agradecimientos a Lina Maria Gomez Ramirez por su cooperación para Diario el Portal.

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