lunes, 15 de septiembre de 2014

11 y 18 de Septiembre: contrapunto de días de tristeza y fiesta.

Una semana separa la tristeza de la fiesta en el Chile actual. Una semana separa el recuerdo imborrable de la traición y la crueldad de la colorida celebración primaveral blanco azul y roja. Dos momentos, dos caminos, dos dimensiones de una identidad nacional fluctuante, diversa y confusa.
El 11 de todos los años ha de ser, -ya lo ha venido siendo gracias al monopolio de los diarios y la tele-, de aquellas pocas horas de la noche y algo de madrugada en que jovencitxs, en su mayoría de origen humilde, salen a levantar barricadas y a hacer fuego para luego enfrentarse a pedradas y/o balas con la policía. Leí que hasta en Melipilla, otrora zona campesina, hubo disturbios y carabineros lesionados. Esa chiquillada expresa un “algo” que no es para nada la lucha armada o el venceremos. Es una noche de furia, como decía un diario argentino. Es el momento de descargar la rabia juvenil, desordenada y sin sentido, por supuesto, ante una sociedad individualista y consumista que sólo cree en el éxito individual, que abandonó la comunidad y la solidaridad para abrazar el mercado y la competencia.
Ese 11 televisado y mercachiflero de las barricadas y los apagones con periodistas con casco de guerra, vende una cómoda imagen de terror nocturno envasado en escasas horas que ayuda bastante a mantener este sistema neoliberal perfectamente aceitado y protegido. Con la previa de los bombazos proporciona fuertes razones para promover la persecución y criminalización de los movimientos sociales y de todos los que leemos, pensamos y actuamos críticamente esta sociedad y que le da armas a la elite oligárquica de derecha y centroizquierda para proponer y hacer reestructuraciones del sistema legislativo que apuntan a una mayor vigilancia y control de la sociedad. Ahora volveremos al tiempo de los agentes encubiertos, como si no nos hubiera bastado con la DINA, la CNI y la Oficina.
Una semana después, nos sacamos el casco de combate para ponernos el sombrero de huaso y brindar por la identidad pechoña burguesa y cuica complaciente con el modelo. Camaleónicamente nos volvemos chilenos y tratamos de bailar una cueca, un vals chilote o un trote y de evocar el habla de los campos. Nos olvidamos que en esos campos, tanto en el norte como en el sur hace un siglo atrás a nuestrxs abuelxs y bisabuelxs  les pagaban con fichas por su trabajo y no les permitían organizarse por sus derechos.  Nos olvidamos que hace cuarenta años un presidente habló de la revolución con empanada y vino tinto no por el placer de comer sino por lo gratificante que sería la vida socialista para las trabajadoras( es ) chilenas.
( os ) Que lejos estamos de aquello, que desdibujado se volvió nuestro paisaje.
El 18 se vuelve una farra de carnes y alcoholes de varios días, cada vez más dispersa y sin sentido. Es una buena fecha para el comercio, para los artistas del folclore, los ganaderos y los viñateros. Pero nada más. El año sólo se ve alterado nuevamente al final en diciembre por la milenaria fiesta europeo-cristiana del hemisferio norte. Allende dijo que “otros hombres” superarían el momento gris y amargo de la traición. En efecto, esos hombres y mujeres ya existen, ya se han volcado a recuperar, ensanchar y abrir las grandes alamedas, tras ellos vendrán otros… las microesperanzas del porvenir pueden dar paso a espirales de caracola….

Diario El Portal Información y Cultura agradece la cooperación de José Santis de Stgo. de Chile

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